La noche fue pésima, pero el día puede ser mejor. "Respira", digo a mí misma. Quiero creer que he aprendido y sigo aprendiendo mucho con lo que tuvimos. Y, arriesgo decir, con lo que tenemos. No hablamos. No dialogamos. No nos vemos o nos miramos. No más. Sentimos. Porque sé que lo que tengo acá vos también lo tenés contigo. Seguís inspirándome, amor. Amor que es libre, pero de tan intenso, se hace imposible "deshacerlo". La sensación es de aprisionamiento: estamos atrapados uno al otro. Tenés características que te hacen especial. (Punto). Y fue exactamente por ellas que me enamoré.
¡Rico es despertarme y notar que tengo doble mensajes de quien amo! Vos
tenés una visión sensible del mundo. Nunca te ví, siempre te admiré... Nos
conocíamos mientras nos relacionábamos. No sabíamos nada uno del otro, para
antes de aquel fatídico momento en que nuestras miradas se cruzaron. Me miraste
y tocaste fondo adentro mío. Por supuesto, retribuí. ¿Cómo no hacerlo?
Silencio-mirada que como una flecha alcanzó a mi pecho.
Me dije a mí: ¡quiero! Me mojé toda. En la primera oportunidad, nos
besamos. ¡Y qué beso! Beso conectado, enredado, con sincronía-sintonía.
Beso nuestro. Aquello ya era tesón-admiración. En aquella noche atribulada, ya
de lejos, sentía mi cuerpo ablandarse todo al oírte hablar de tus
convicciones/sensibilidades. Me ayudaste a romper tabúes.
Cuando tuvimos nuestra
primera cita, "el primer date", me sentí absolutamente cómoda
contigo a punto de abrirte toda mi vida. Te leí mi diario. En la ocasión, te confesé: "¡mi misión en el
mundo es distribuir el amor! Hasta hoy siento que nuestra complicidad está en
nuestros intercambios. De palabras/miradas sensibles. Contigo aprendo desde el
primer minuto.
Declaraciones.
"La droga del amor. La delicia que es enamorarse. Droga buena esa, de
esas que nos mueven y a la vez nos paralizan, nos anestesian y ¡nos hacen
sentir de todo! Sinestésica experiencia. Estoy cada vez más cierta de que soy
una adicta. Soy adicta a la pasión, a los procesos químicos que ocurren adentro
mío."
Soy yo. Era yo. Fui yo.
Hoy intentando deshacerme toda. Reconfigurarme. Mirar a esta adicción,
con otros ojos y sentidos. Enfocarme en mí, para descentrarme en mi propia
vida. Encontrar mi eje.
Es cierto que el recuerdo
de esa mirada tuya, ese beso, ese toque es una droga redifícil de “desenviciar”.
La pasión, para saber usarla evitando sus efectos perjudiciales,
se hace necesario primeramente saber sentirla y permitirse sentirla: con
propiedad-profundidad. Después de ese proceso, probamos “usarla”, hagamos
experimentos. Eso solo es posible cuando la dominamos, en el sentido de conocer
sus efectos. Abrámonos a ellos. Respetemos cuando llegan-vienen. Aceptémoslos.
Me parece que estuvimos
juntos en tu noche de fiesta ayer. Mientras bailabas con otras minas. Se rozaban las piernas y se sentían
los sexos. ¡Me pareció bueno! Y lo fue. Aprovechemos ese gusto. Ese que tal vez
vos no debieses, pero anduviste pensado. En los muchos sabores que hay en mi
cuerpo. Lo sé. Por tu mirada. Por tu aire. Que entra y sale jadeante. Quedáte
con todos, pues lo merecés. Lo merecemos. Es. Fue. Nuestro. Y nuestro era. Fue
y lo es.
Nuestra tentación es - y
siempre fue - fuerte. Aunque
intentemos… acabamos por confesar uno al otro que las ganas son avasalladoras. Yo
tengo la ventana abierta. Y sigue… Es
lindo cuando me llamás de “mi amor”. Me iludo. Cuando me decís que querés más
tranquilidad para aceptarme, sepas que soy paciente, aunque a veces no lo
parezca.
Tu boca cuando tiembla, me
deja llena de ganas. Quiero robarte besos. Tiemblas, tiemblas, tiemblas, me decís. Y los efectos en mi cuerpo
surgen. Quién responde no es solamente mi pecho que salta como que quiere ir pa
fuera de mí. ¡Sino ELLA! Deshaciéndome y temblando estoy, mojándome de a poco.
Confieso que no quiero atreverme a pedirte permisión para seguir a
hablarte/provocarte/tentarte, pues sospecho que yo no vaya a lograr.
Entre una danza y otra
tuya, los labios tiemblan. Te quiero temblando en mí. Aunque no puedas, ¡no voy a dejar de poetizar!
Quiero tu carne trémula en mi pelvis, mi boca en vos. Chuparte el cuello y
oírte gritar de placer. Quiero nuestro orgasmo sincronizado. Mientras tiemblas,
mi vagina pulsa. Tu pija entra fondo. Suspiras y giras los ojos. Estás en otro
plano… Mi olor invadiendo a tus narinas, mi textura invadiendo a tus poros.
ELLA escurre de calor y ganas y exhala todo mi amor por el momento. ¡Ganas
agudas! Cada vez que tiemblas con el efecto de la cachaça, piensas y recuerdas
de mis labios, de los Grandes labios. Labios con labios.
¡Sé vos mismo! No tengas miedo. Sé espontáneo, sin miedo de querer, sin
culpa. Poné todo pa fuera. Decílo y sentílo todo. Permitíte. Te pondrás más
liviano. Sé que querías mi toque, mi olor, pero ¡Encontrá tu eje! Seguí,
Miráte. Enfrentá tus miedos. Quedáte con ellos, encará los incómodos y
entendélos, pues de esa forma te entenderás.
Te invito a un café. Café con libertad. Libertad para besar, si así
queremos, para decir lo que sentimos - con responsabilidad afectiva – y para
irse, cuándo quepa. Espero que estés bien. Sentí el abrazo araña que solemos
darnos.
Miráme, mi amor – y siempre
amor, yo estaré aquí. En serio. No
me voy. No te daré la espalda, no cortaré relaciones, no te ignoraré o te
eliminaré de mi vida. PUNTO. Aún porque eso jamás sería posible. No existe ex-amor.
Vos ya componés parte de mí. Estoy aquí, pero no es decir que estaré con la
misma disponibilidad. Desconstruí las fantasías.
Recuperáte.
No tengas miedo de
desapegarte de esa pasión. Dejála
amenizarse, así, naturalmente. Sin miedo de perderla. Libráte un poco de esa
sensación de pierda absoluta. Entendé que es una transformación. Ahora no tenés condición de
lidiar con eso.
Tenés razón. Vos no sos especial. Eres común. Como a todos.
Tenés heridas en el alma, como a todos. Tenés conexión. Y eso no con todos.
Conmigo tuviste. Ese hechizo de la luna, de energía esa que pasa por chacras,
nos subvierte, nos permite y nos liberta para ser a nosotros mismos lo
quisiéramos ser. En la cama, en la vida.
Te quiero.